Inquietante silencio de tu imagen declara mi boca.
Instintos ahora ahogados en inmutable fuerza,
y los cariños revestidos de apropiada gentileza,
sujetan a mi vida una verdad manifiesta.
Ahí, el rostro de tu ausencia como hilo de inútil esperanza
pues de mi pasado las heridas sanaron y los éxitos crearon
nuevas realidades expuestas ante mi necia añoranza.
Así de estúpida se muestra tu marca... la que jamás borraron.
Tu, mi eclipse existencial nunca permaneciste,
tal era la esencia y tal fué tu irrefutable existencia
que no me olvido de tu singular belleza.
Pero ya entendí que para mí... jamás naciste.
Si, lo sé... inconsistencias persistentes se esbozan ante ello;
que no es prudente pero lo quiero... ¿lo revelo?
Esta manía de soñar con un fué y un será se torna sincero
pero ante la verdad nada anterior puedo declarar como certero.
Y si ayer y hoy se conjugan en memoria hiriente,
como alimento efímero de mi inútil esperanza,
recuerdo por gracia... tal era tu esencia y belleza,
para aprender... que para mí: jamás naciste.
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